jueves, 20 de agosto de 2009

Cuaderno de notas de un diputado I (de IV), julio de 1985

Entre un montón de papeles tirados a la basura; junto a volantes diversos, apuntes manuscritos de una proclama cuya redacción apenas se organiza, el original a máquina de escribir de un discurso político, copias fotostáticas de proyectos de leyes para Tamaulipas e Hidalgo; revuelto con ejemplares de leyes estatales también de Hidalgo y Tamaulipas; entre dos agendas, una de 1983 y otra de 1985 con algunas semanas llenas de citas y compromisos cumplidos e incumplidos y otros meses con sólo una o dos anotaciones, nos encontramos un viejo cuaderno escolar, con un formato obsoleto y poco usual, como los antiguos cuadernos de forma francesa que se utilizaban en algunas escuelas a la mitad del siglo pasado.

En esa libreta, auténtico vejestorio, escrito en letras difíciles de desentrañar, con tinta morada de pluma fuente que en algunos renglones empieza a palidecer, podemos leer lo siguiente, escrito en 1985:

"Hoy, 14 de julio, me robé 25,000 votos para mi partido. Bueno, no me los robé yo solo. Más bien me los regalaron, pero los acepté presuroso, con regocijo y sin ningún remordimiento. Tampoco fue un regalo de sólo buena voluntad. En realidad fue una conquista. Casi un agandalle revolucionario, me atrevería a decir. Pero ¿cómo fue eso posible? Todavía no sé si sea conveniente escribir esta historia, si lo hago y este cuaderno llega a manos equivocadas me quemo yo, quemo a mi partido y quemo al gobierno del estado que regaló los votos, aunque ¡quién sabe!, si esto lo lee un ciudadano normal lo más seguro es que crea que el relato es puramente ficción y si llega a manos de los políticos que han manejado procesos electorales únicamente sonreirán, ya que 25,000 votos son muy pocos."

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