"Todo empezó con un acuerdo partidario que no se discutió mucho. Más bien fue una de esas líneas trazadas desde arriba.
-En estas elecciones intermedias, en cada distrito electoral debemos conseguir al menos nueve mil votos- se nos dijo y acordamos sin más, en una reunión del Comité Central -No se trata sólo de conservar el registro. Tenemos que convertirnos en la segunda fuerza electoral del país.
No sólo se añadió esa consideración, otras orientaciones eran claras y enteramente compartidas: 1a., había que conseguir los votos fundamentalmente mediante la organización de las bases del partido: ejidatarios, campesinos sin tierra, habitantes de colonias marginadas y/o populares, sindicalistas de todo tipo, etc.; 2a., era necesario aumentar la votación también mediante agitación y propaganda entre todas las capas ciudadanas; 3a., deberían cuidarse los votos recibidos en cada casilla y en los comités distritales, garantizando en ellos la presencia de representantes combativos y bien preparados; y 4a., si nada de lo anterior y los demás métodos que se emplearan garantizaba los nueve mil votos por distrito, los militantes de tal distrito deberían conseguir los votos a como diera lugar.
La línea no se discutió porque en general los dirigente medios estábamos todos de acuerdo con esas orientaciones, y creíamos que sería fácil cumplirlas. Cabía además la posibilidad de cambiar a medio camino de un distrito difícil a otro donde los nueve mil votos o más estuvieran garantizados y, por último, si no se cumplía no se iba a caer el mundo, ni temblaría demasiado el partido. Así pues, yo, responsable de uno de los 300 distritos electorales federales empecé, con los pocos que somos militantes en él, a preparar desde marzo el logro de las metas propuestas, sin mucho convencimiento de alcanzarlas, pero todos decididos a acercarnos a ellas."
-En estas elecciones intermedias, en cada distrito electoral debemos conseguir al menos nueve mil votos- se nos dijo y acordamos sin más, en una reunión del Comité Central -No se trata sólo de conservar el registro. Tenemos que convertirnos en la segunda fuerza electoral del país.
No sólo se añadió esa consideración, otras orientaciones eran claras y enteramente compartidas: 1a., había que conseguir los votos fundamentalmente mediante la organización de las bases del partido: ejidatarios, campesinos sin tierra, habitantes de colonias marginadas y/o populares, sindicalistas de todo tipo, etc.; 2a., era necesario aumentar la votación también mediante agitación y propaganda entre todas las capas ciudadanas; 3a., deberían cuidarse los votos recibidos en cada casilla y en los comités distritales, garantizando en ellos la presencia de representantes combativos y bien preparados; y 4a., si nada de lo anterior y los demás métodos que se emplearan garantizaba los nueve mil votos por distrito, los militantes de tal distrito deberían conseguir los votos a como diera lugar.
La línea no se discutió porque en general los dirigente medios estábamos todos de acuerdo con esas orientaciones, y creíamos que sería fácil cumplirlas. Cabía además la posibilidad de cambiar a medio camino de un distrito difícil a otro donde los nueve mil votos o más estuvieran garantizados y, por último, si no se cumplía no se iba a caer el mundo, ni temblaría demasiado el partido. Así pues, yo, responsable de uno de los 300 distritos electorales federales empecé, con los pocos que somos militantes en él, a preparar desde marzo el logro de las metas propuestas, sin mucho convencimiento de alcanzarlas, pero todos decididos a acercarnos a ellas."