jueves, 1 de abril de 2010

Anécdotas perdidas (no solicitadas)

Mi partido perdió su registro en 1991 y se disolvió poco a poco en los meses siguientes. Murió sin intentar luchas heroicas y que yo sepa nadie o casi nadie lo lloró. El partido se extinguía mansamente pero yo tenía que seguir viviendo. Conseguí trabajo en algo parecido a una "agencia de desarrollo" financiada por la social democracia alemana, con oficinas en el Distrito Federal. El jefe, un alemán redondo, tenía casa en Tasquillo Hidalgo desde hacía años y pasaba allá los fines de semana. Tenía un caballo con el que solía pasear por los cerros que rodean el Valle del Mezquital.
Un lunes cualquiera trabajaba yo muy temprano en la oficina. En la entrada estaba la recepcionista y alguien más. De pronto llegó el jefe y empezó a contar en voz alta el susto que un día antes le habían dado en Tasquillo "unos campesinos jóvenes, todos ñahñúhs". Su agitada voz convocó a otros cuatro compañeros de trabajo.
– Ayer salí a pasear temprano en mi caballo– repetía sobresaltado el jefe– crucé el río y al pasar por los terrenos que están frente a Tzindejéh me rodearon los ñahñúhs. Estaban muy enojados. Empuñaban machetes y bieldos y me acusaron a gritos de espía, o algo así, a sueldo de un terrateniente. En un momento dado pensé azotar al caballo y salir corriendo pero estaba rodeado por todas partes y decidí que al pasar alguno de esos jóvenes me alcanzaría a golpear y quién sabe qué pasaría. Intenté convencerlos de que no tenía relación con ningún ladrón de terrenos. Ellos decían que sí, que el ser güerito lo confirmaba. Me salvó mi acento alemán. Alguien dijo "es el gringo que vive en Taquillo" y al fin me dejaron ir. No sé que decían de unos terrenos en pleito, que les invadieron o ellos invadieron. Salí despacio y temblando del cerco que abrieron. Creo que sí eran capaces de matarme. Estaban muy enojados.
Cuando terminó su relato le dije:
– Yo conozco a esos muchachos. No te hubieran hecho nada. Son gente buena.
– ¿Tú los conoces? A poco eran de tu partido.
– Hice con ellos la solicitud de ejido, señalando esas tierras como susceptibles de expropiación. También les ayudé a que la solicitud avanzara. Los conozco bien. Viven en Puerto Tetzo. Yo me encargo que un día de fiesta te inviten a comer barbacoa en su pueblo. Ellos son los que invadieron, su solicitud está detenida y por eso la hacen avanzar con hechos. No estuve en la invasión pero los conozco a todos.

2 comentarios:

  1. Destaco:

    "su solicitud está detenida y por eso la hacen avanzar con hechos"

    Un actitud muy pero que muy revolucionaria.

    Salud y República... Popular Federativa

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  2. creo que ya lo he dicho mucho, pero siempre puedo decirlo más: los comentarios de Talín le dan una luz diferente a las piezas que son tus posts. celebro que así sea.

    "un alemán redondo"... que en realidad era un gringo. aunque no lo fuera. ser güerito en el sur, en los sures del mundo. y la barbacoa como elemento de cohesión. nos gusta la barbacoa.

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