jueves, 13 de mayo de 2010

Noches de duermevela

La fatiga de mi cerebro no me permite dormir. Sin embargo sueño. No sé si sueño o recuerdo. Duermo y me veo envuelto en la batalla de Celaya caminado junto a campesinos harapientos, todos ellos talladores de ixtle con sus pies descalzos y agrietados, lastimados por los alambres de púas que no pueden haber pisado pues nunca se ausentaron de su desierto coahuilense. Son los abuelos de esos obreros de segunda generación cuyos padres abandonaron sus ejidos resecos para trabajar la tierra roja extraída del Cerro del Mercado en el estado de Durango, que llega en las góndolas de los ferrocarriles nacionales para que aprendan a convertirla en piloncillos de hierro bajo la dirección de hombres barbados, de ojos a través de los cuales se contempla el cielo, venidos del otro lado del mar a levantar un monstruo que vomita lumbre, vestidos con cascos y petos resplandecientes fabricados con el hierro de los piloncillos que los nietos de aquellos abuelos fabrican en las entrañas de los cinco hornos ya amaestrados desde que pasaron a ser propiedad del pueblo de México con el nombre del Altos Hornos de México S.A., que administra un gobierno heredero de los hombres-caballo que descendieron de las tres carabelas y a quienes les quitamos el poder por más de tres veces y regresan contumaces pero ya tocados por los vendavales que desataron los campesinos sin zapatos que robaron caballos y aprendieron a montarlos para derrotar a sus ejércitos de pelones. Y se mezclan en un torbellino alucinante los cuerpos de los hacendados ahorcados en sus latifundios y las fiestas de sus pares que lograron huir a las ciudades para construir las nuevas fuentes de riqueza: las fábricas de cerveza y luego las de las botellas para envasarlas y las cajas de cartón para empacarlas y las corcholatas que las tapan para llegar a fabricar los piloncillos de hierro que ahora los descendientes de los ejidatarios que alcanzaron a colgar a unos pocos latifundistas solamente pero que les arrebataron las tierras a la gran mayoría, están aprendiendo a fabricar en un monstruo que también se han apropiado y que alimentan con carbón también de todos, traído en las serpientes del ferrocarril que un presidente soñó cooperativa y que al menos se mantiene como propiedad de la nación, atacado sin piedad por las compañías de transporte carretero todas ellas de propiedad privada, muchas veces de funcionarios públicos que deberían defender la propiedad nacional y la boicotean desde sus caballos acorazados, ocultos bajo petos y cascos de los que brotan rostro barbados con ojos azul cielo, cuya mirada está depositada en arcas fortificadas ocultas en las entrañas de edificios bancarios de allende las fronteras, cajas protegidos por códigos numéricos que no dan cuenta de nombres ni linajes. Y no entiendo lo que he vivido tomando café en noches frías antes de batallas que asaltarán poblados, reseñando fiestas populares y marchas de hombres de campo, mientras bebo abundantes vinos importados junto a jerarcas opulentos que se dicen herederos de una revolución que no conocieron más que en los cuentos que sus padres murmuraban temerosos, recordando las hordas de salvajes que a caballo tomaban por la fuerza ciudades fortificadas entre cerros y minas. Y cuando busco un sentido a la maraña de recuerdos o sueños, las teclas de la vieja Remington me requieren ansiosas para ganar el pan que he de comer solo en este día, sentado en una mesa de un lugar sin nombre y sin recuerdo.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado este relato. Tiene algo de barroco. A veces tan continuado, sin pausas, que deja sin aliento. Quizás sea por eso del sueño, que más que sueño podría ser pesadilla.

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  2. yo creo en la idea literaria de la memoria genética: ese que escribe es todos los hombres del pasados que ha elegido.

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  3. Amigo 'Bogador y caminante', te decía en mi blog, contestando a tu comentario, que los hermanos están para algo.
    Y hablando de lo que conoces o no: yo tengo en mi blog una denominada 'Biblioteca Digital Mundial' y de cuando en cuando, sin yo obligarla, cambia de tema (no sé por qué como si autoactuara) y hoy viene lo siguiente de México, tu tierra, tu patria:

    "El Códice Huexotzinco es un documento de ocho páginas sobre amatl, un tipo de papel pre-europeo fabricado en Mesoamérica. Forma parte del testimonio en un caso legal contra los representantes del gobierno colonial en México, diez años después de la conquista española en 1521. Huexotzinco es una ciudad al sureste de Ciudad de México, en el estado de Puebla. En 1521, los indios nahua de la ciudad fueron los aliados del conquistador español Hernando Cortés, y juntos se enfrentaron a sus enemigos para vencer a Moctezuma, líder del Imperio Azteca. Tras la conquista, las gentes de Huexotzinco pasaron a formar parte de los estados de Cortés. Durante 1529-30, cuando Cortés se encontraba fuera del país, los administradores coloniales españoles intervinieron en las actividades diarias de la comunidad y obligaron a los nahuas a pagar impuestos excesivos, en forma de bienes y servicios. Cuando Cortés volvió, los nahuas se unieron a él en un caso legal contra los abusos de los administradores españoles. Los demandantes tuvieron éxito en su demanda en México, y también más tarde cuando se juzgó de nuevo en España. El registro muestra (en un documento descubierto en las colecciones de la Biblioteca del Congreso) que en 1538, el rey Carlos de España estuvo de acuerdo con el juicio contra los administradores españoles y ordenó que dos tercios de todos los tributos recogidos fueran devueltos a las gentes de Huexotzinco."

    En fin... ¡qué cosas!

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