jueves, 11 de noviembre de 2010

Muertos, todos muertos

Esta tarde llegamos en tumulto a la cantina "La Mansión de Oro", en avenida Universidad y Dr. Vertiz, en esta ciudad de México. El cantinero no se ha dado cuenta de nuestra presencia. Nada más ve a nuestro amanuense que está solo, en una mesa del rincón más alejado de la barra, con apenas la luz suficiente para escribir lo que platicamos, nosotros, fantasmas del pasado, jirones de memoria que el tiempo se lleva como los ciclones arrancan las hojas de las palmeras.
– Ja, nunca has estado en la playa después de un ciclón. Todo arrasado y las palmeras de pie, con sus hojas maltratadas pero aun en su lugar – dice uno de nosotros.
– Algunas palmeras sí pierden las hojas.
– Y a otras les quedan las hojas muy maltrechas, rotas, llenas de agujeros.
– Metáforas – afirmo – la realidad es que todos nosotros estamos muertos. Penosamente nos hacemos presentes en la memoria de algún viejo conocido.
– Te contradices. Si hay viejos conocidos aun vivos es claro que no todos hemos muerto.
Y comenzamos un breve recuento: En el Mezquite aun viven muchos de los que eran autoridades cuando corrieron a Faustino Yeso y cuando poco antes conquistaron ejido, riego y carretera pavimentada. En Puerto Tetzo los jóvenes que obtuvieron el ejido ahora viven de lo que producen en sus invernaderos, aunque Maurilio Casavieja tuvo que abandonar la población por mujeriego. Antes que los maridos ofendidos le cobraran los agravios, Maurilio se fue de mojado a los Estados Unidos. Fielmente sigue enviando dinero a su esposa y a sus hijos, aunque seguramente más de un gringo estará ansioso de que la migra lo regrese con las mujeres de éste lado.
Los obreros de la planilla verde y los jóvenes de la sección 288 se han desperdigado. Varios se fueron a Estados Unidos también de mojados. Lo hicieron luego de su retiro voluntario de Altos Hornos, cuando se privatizó. Otros se fueron a Monterrey, a Saltillo o a otras ciudades. Uno sigue en Monclova: lo corrieron de la Planta 2 sin indemnización; le quitaron su pensión del Seguro Social, pero sigue luchando; pronto vamos a buscarlo para que nos narre su historia. El hermano de Hilario Zapata, Luis, vive en el ejido Castaños dedicado a la agricultura de autoconsumo, apoyado por su yerno que aún trabaja en Altos Hornos. También vamos a buscarlos, a ver qué nos cuentan.
Las luchas del ixtle son cosas del pasado y el nuevo centro de población “La Esperanza” ha muerto: aquellas veinte mil hectáreas seguramente siguen como lugar de paso o espera de ganado robado, pero sobre todo están surcadas por las veredas por donde ahora se trasiegan drogas y armas. Nuestros recuerdos no son si no cementerios: tumbas, silencio, muerte.
– ¡No! – exclama Jacinto al llegar a este punto –eso parece, pero el pasado sigue vivo. No sabemos por qué caminos va a traer un futuro diferente al tiempo actual. ¡Ayudemos a lo mejor del pasado a que se abra camino!

2 comentarios:

  1. Leemos:

    "–¡No! – exclama Jacinto al llegar a este punto –eso parece, pero el pasado sigue vivo. No sabemos por qué caminos va a traer un futuro diferente al tiempo actual. ¡Ayudemos a lo mejor del pasado a que se abra camino!"

    Sin esperanzas no hay futuro. Eso está claro.

    Senocri

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  2. los vivos y sus luchas jóvenes deben estar por ahí. seguro se escuchan en la misma frecuencia en la que se escucha el crecimiento de las plantas...

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