jueves, 23 de diciembre de 2010

Una invasión de tierras “agrícolas” (Entre 1978 y 1979)

– A ver, compañeros, tenemos que reorganizarnos, el Profe ya se fue a Monclova. Al comité estatal lo rehacemos hasta la próxima asamblea general. Por ahora debemos encargar a alguno de ustedes la atención a los comités de base a los que iba el Profe con más frecuencia
– No te hagas, Pablo, a todos vamos todos casi indistintamente. Claro que el Profe iba mucho a la Trinchera, por la hija de la presidenta. De hecho en ese comité militaba el Profe, pero muchos acostumbramos ir a esas reuniones. Hasta creo que Ricardo también milita ahí.
– No. Yo milito en el comité de mi colonia pero sí voy mucho a la Trinchera y ese comité puede funcionar muy bien solo.
– Bueno – cierra el punto Pablo Vilchis – a los otros comités seguimos yendo todos, pero al comité de Cucharas casi nadie ha ido, además del Profe y a veces Ricardo. Además en la asamblea yo voy a proponer que Ricardo se haga cargo, con Ismael, de todos los asuntos agrarios. Ricardo Esquivel desde ahora tu atiendes al grupo de Cucharas. Y apúrale con esa solicitud de tierras. No la dejes dormir en un cajón de Reforma Agraria.
Los trámites y gestiones continuaron durante cuatro meses más, pero al fin de ese tiempo el grupo de Cucharas decidió invadir los terrenos con los que soñaba. Las reuniones al principio semanales se hicieron más frecuentes al acercarse la fecha de la invasión. Finalmente cincuenta y siete varones de los setenta y tres solicitantes originales, apoyados por sus hijos mayores, esposas en muchos casos y vecinos de la colonia formada en los terrenos de Casimiro Herrero, un poco más de ciento cincuenta personas en total, pasadas las doce de la noche de un martes, con cuidado de no romper las cerca de alambre de púas “para no despertar sospechas”, se metieron a los “terrenos agrícolas abandonados y sin dueño conocido”. Eligieron para su campamento un terreno rodeado de huizaches, nopales y otros cactus, ligeramente más hondo que las tierras circundantes, entre la carretera y el paso del río conocido como Cucharas. Ricardo Esquivel lo propuso después de una cuidadosa búsqueda, argumentando que por no ser el lugar visible desde la carretera eso les aseguraría “no ser descubiertos” para que así la fuerza pública no los desalojara.
Por ese entonces las invasiones de terrenos urbanos para formar colonias de “paracaidistas” eran muy frecuentes en la ciudad de Monterrey. Cuando los invasores eran pocos la policía estatal los desalojaba en menos de 24 horas. Algunos predios invadidos por grupos numerosos y muy bien organizados se mantuvieron en una lucha constante durante años parar no ser desalojados, viviendo en condiciones muy precarias. Entre esos grupos hubo muchas tendencias y obtuvieron resultados diversos: algunas son actualmente colonias regularizadas donde a la postre la gente pagó por los terrenos y otras aun viven en la precariedad. Ocultar una invasión urbana era prácticamente imposible, pero el grupo de Cucharas pensó que ocultar una invasión en un enorme terreno abandonado, todavía sin presiones para convertirse en zona habitacional, sería posible en tanto empezaban a cultivar. Más tarde verían que hacer. Sus previsiones fueron erradas.

3 comentarios:

  1. Senocri:
    En la entrada anterior hay un comentario a tu comentario (La primera vez que lo subí tuve que borrarlo por "horrores" ortográficos.)

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  2. Ahora lo leeré. Pero antes quiero desearte una felices fiestas laicas y republicanas. Entrañables si fuera posible. Te lo pongo aquí porque he perdido la dirección que me diste.

    Abrazos

    Senocri y otros

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  3. Es bueno reencontrarse con el hilo de algunas historias. Se me olvidaba que las esperaba hasta que las veo continuar y vuelvo al primer punto: querer saber como terminan.

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