jueves, 10 de febrero de 2011

El mimeógrafo de los azules II (Monclova, a mediados de 1979)

Aquel local, a espaldas de la plaza principal de Monclova, mejoró de pronto. Seguía teniendo dos cuartos, uno vacío y el otro con la enorme y tosca mesa y un mimeógrafo. La mejoría fue de este último aparato.
La tarde en que Reynaldo me avisó que Miguel Sepúlveda, representante de los azules, me andaba buscando, nos fuimos a una cantina y entre cerveza y cerveza los mineros me dijeron más o menos lo siguiente: "Miguel no te busca por iniciativa propia, lo manda Napoleón a ver si puede comprarte. Tanto él como Juan Vargas, dirigente de los rojos, nos buscan y nos han querido comprar; nos ofrecen comisiones sindicales o ascensos fuera del escalafón, pero ningún verdes le ha hecho caso. Los blancos son muy prepotentes, creen que ya no necesitan a nadie o será por otra cosa, pero sus dirigentes nunca nos han hablado ni mandado recados. Lo curioso es que nos nos imaginamos qué te pueda ofrecer el Sepúlveda, pues no te va a ofrecer trabajo en la planta y menos puestos sindicales o ascensos. Eso es lo que nos intriga, para qué te quiere. Ya nos contarás".
No tardamos mucho en saberlo. Dos días después Reynaldo me presentó al tal Miguel Sepúlveda y se retiró tranquilamente. Miguel me invitó a tomar un café y en medio de pláticas intrascendentes el jefe de los azules fue mostrando su juego. Su propuesta la resumo así: ellos, los azules, tenían un mimeógrafo moderno que ya no usaban; no les interesaba sacar volantes; "no sirven para nada" dijo; me podía prestar el mimeógrafo para que yo sacara más volantes, a condición que siguiera "echándoles mierda" a los blancos. Claro que todo el tiempo habló de Napoleón Gómez Sada y de todo el apoyo que de él siempre se recibía; me podría conseguir una entrevista con Napoleón en el D.F., el día que yo quisiera.
El anzuelo estaba lanzado. Estaba expuesto en una forma muy tonta; la carnada era el mimeógrafo prestado para ir a ver a Napoleón al D.F. Pensé en robarme la carnada y despreciar el anzuelo, pero tenía que comentar con mis camaradas. Le dije a Miguel que le aceptaba el trato pero que tenía que viajar a Monterrey; regresando me comunicaría con él.
– Ya nos chingamos al pendejo – dijo Reyaldo cuando al día siguiente, en una reunión extraordinaria (que eran las más ordinarias) les conté la entrevista a los diez u once obreros que asistieron al local– Acéptale el mimeógrafo y a ver si lo vuelve a ver.
Dos o tres muchachos de la 288 pusieron débiles reparos: aunque el mimeógrafo no nos lo ofrecía Napoleón recibirlo nos comprometía.
El resto, tanto de la 288 como de la 147, argumentaron más o menos lo siguiente: mentira que recibir el mimeógrafo nos comprometiera con algo; se lo están ofreciendo a un soberano desconocido: el Profe, que oficialmente no tiene nada que ver con obreros sindicalistas de Altos Hornos. Allá su partido (esta parte no me gustó) que será el que no va a cumplir ningún trato –¿o piensas supeditarte, pinche Profe? – dijo alguien. Lo peor es que los azules quieran madrear al Profe –dijeron también y esta parte tampoco me gustó – y recuperar su mimeógrafo, pero en ese caso ya veremos cómo lo defendemos.
Entre risas y bromas quedó claro que nos íbamos a hacer de un excelente mimeógrafo, moderno, automático, que reemplazaría con creces al viejo mimeógrafo de alcohol y seguiríamos con nuestra línea de volantes combativos prero respetosos, sin desviarnos ni un milímetro. Añadieron que Miguel estaba güey, que nosotros "no echábamos mierda" en los volantes.
Loa azules me prestaron el mimeógrafo y lo usamos mucho. Poco antes de que yo dejara Monclova Miguel me anduvo buscando para recuperar el aparato. En previsión de que los azules intentaran recobrarlo por la fuerza, se convirtió en un "mimeógrafo itinerante". Cuando me despedí de Monclova no supe en casa de quién quedó el dichoso aparato y no he vuelo a saber de él.

4 comentarios:

  1. La jugada no estuvo mal.

    Senocri

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  2. eran muy inocentes para ser tan colmilludos, los azules. ¿no?. ¿o me equivoco y no eran colmilludos?

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  3. Eran muy comilludos para unas cosas, pero terriblemente inocentes, por no decir tontos o algo peor, para otras. Como ellos eran muy baratos tal vez pensaron que podrían comprar a cualquiera con un mimeógrafo. O como habían tenido el poder pensaron que podrían recuperar el mimeógrafo en el momento que desearan. O efectivamente ya no les servía para nada.

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  4. cómo ellos eran muy baratos...
    conclusión lapidaria. me gusta más que las otras dos.

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