jueves, 10 de junio de 2010

Otras batallas del ejido Puerto Tetzo

¿Cuántos jacintos arriaga hubo en la revolución? ¿Cuántos ha habido? ¿Cuánto hay actualmente?
Ambivalente y con mil caras la revolución mexicana. Llena de traidores. Algunos grandes traidores y pequeños hombres. Otros grandes hombres y más o menos traidores. Generales que se hicieron gran burgueses. Hijos o nietos de revolucionarios que reivindican a Díaz. Funcionarios que iniciaron muy jóvenes luchando por demandas revolucionarias y viven actualmente lucrando con la agonía de la revolución.
Pero Jacinto Arriaga, ya muerto, ha visto que otros levantan sus demandas. Él murió, ¿cómo? ¿cuándo?, en este momento no quiere recordarlo, pero observa con ojos que otros suponen velados por la tierra a muchos felipe gómez, a cientos de mexicanos que como él luchan todos los días con las escasa armas que aún quedan de aquella revolución que parece moribunda pero que renace en el sureste de la patria y permanece viva en la memoria de muchos mexicanos.
Todavía hay racimos de jacintos arriaga que defienden su ejido, atacado en mil formas desde hace años, tal vez desde que nació.
Tenemos ejemplo en el ejido Puerto Tetzo. La primera batalla queda ya muy lejos en el tiempo, pero la lucha sigue: después de aquel primer paso se dieron muchos para conseguir la resolución presidencial. Trámites en Pachuca y en el Distrito Federal. Maurilio Casvieja y varios de sus compañeros saliendo a corta caña a Valles para financiar su lucha. El Profe abandonando el Valle del Mezquital. Ya nos contará qué más ha hecho, aunque ya nos narró una anécdota no solicitada. Los jóvenes ñahñúhs, avanzados los trámites, invadieron los terrenos. La policía llegó a desalojarlos. Los futuros ejidatarios, usando el partido del Profe, en el cual militaban, lograron negociar una tregua que se alargó por años. El falso dueño, Gabriel Hernández, se cansó de luchar por unos terrenos que cierta vez soñó robar y convertir en campo de golf para turistas, cuya basura recogerían los ñahñús, su dueños originales, a los que solamente daría trabajos mal pagados. La lucha avanzó. Se legalizaron los terrenos y se formalizó el ejido. Aunque fuese para rememorar actos populistas, el gobierno estatal otorgó un crédito y los ya no tan jóvenes ñahñúhs instalaron modernos invernaderos para producir hortalizas. El día en que se inauguraron los invernaderos lo importante no fue la presencia de autoridades federales y estatales, que sí asistieron para simular que aun creen en la revolución, si no la presencia de aquellos otros ñahñúhs del Mezquite, los que dieron a los ejidatarios de Puerto Tetzo el primer ejemplar de la ley de la reforma agraria. Y la compañía de muchos otros campesinos de la región que guardan la semilla revolucionaria en esa memoria colectiva de sucesos triunfantes. Ahora la lucha sigue para lograr precios justos de venta o establecer canales de comercialización solidarios, al margen de los tradicionales mercados voraces.
Y contemplando todo estuvieron Felipe Gómez, Jacinto Arriaga, Tomás Cruz y otro más que todavía no conocemos y son los que nos narran estas cosas.

2 comentarios:

  1. Leyéndote me he acordado del corrido aquel que cantaba Victor Jara y que hablaba de traiciones a la revolución. Pero luego tienes un rayo de esperanza que es lo que a uno le gustaría y que no ve por parte alguna en el entorno que uno se mueve. Pero que que sabe que existe.
    Y ese existir, aparte espejismos, me gustaría que leyeras lo que está sucediendo en Japón, según dicen y que se refleja en el éxito de una novela escrita por un camarada comunista japonés asesinado por torturas allá por los años 30 del siglo pasado y que que hoy resurge. Novela que puedes mirar a ver si la consigues (como yo) y que entre el año pasado y este está en el primer puesto de ventas en Japón. En mi blog puedes leerlo.

    Salud y República

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  2. Grumpf. Blogger se comió mi comentario. En el que decía que no recuerdo si era Lessing o Gordimer o quien había afirmado que ustedes los comunistas son los últimos optimistas. Espero que no sean los últimos. No, corrijo: sé que no lo son.
    Evidentemente por "ustedes" me refiero a ti y a Talín.

    También decía que me pongo a buscar lo del japonés.

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