jueves, 12 de agosto de 2010

De cómo las historias trucadas se van completando, I

Releyendo historias que escribimos hace tiempo, nos encontramos el siguiente fragmento de una narración:
“Son un poco más de las diez de la mañana. El sol calienta ya la tierra de los caminos polvorientos que ejidatarios y comuneros recorren para ir a sus parcelas. Hace apenas cuatro años esas tierras producían únicamente cardones. Brotaban también una que otra cactácea o agave de menor tamaño. Donde los comuneros trabajaban más dura y constantemente había hileras de magueyes pulqueros. Las piedras de cal arrancadas del cerro y cocidas en hornos caseros para obtener la cal del nixtamal, el ixtle de lechuguilla traído de las faldas de los cerros, convertido en artesanías diversas por las manos mágicas de las mujeres, y el pulque que daban los magueyes, eran los únicos ingresos de los indígenas del Mezquite.
Unos pequeños rebaños de cabras criollas y exiguas cosechas de frijol y maíz logradas cada cuatro o cinco años en que había lluvias, mejoraban de vez en cuando su situación. Pero sus luchas ya han conseguido que las agua negras del Distrito Federal lleguen a sus parcelas. Ahora sus tierras lucen el verdes tierno de maíz naciente, pero los caminos al interior de los bienes comunales, cuya integridad hoy defenderán con garras y dientes, siguen siendo los viejos senderos polvorientos y pedregosos bordeados de pequeños cactos, o de grandes magueyes en el mejor de los casos, pero todavía sin árboles en cuya sombra se pueda descansar del agobio del sol.
Las tierras cuyo usufructo ha tenido Anastasio son un poco más de una hectárea. Están resecas y barbechadas desde hace un año. No ha llovido y para no reconocer a la comunidad Anastasio no ha querido usar el riego que el comisariado y la asamblea le han ofrecido varias veces. La vivienda está en un rincón de la parcela que colindan al sur con el nuevo ejido del Mezquite, también conquistado hace apenas unos ocho o diez años con muchos peligros y sacrificio, para los hijos de los indígenas que ya no alcanzaron parcela en los terrenos comunales.
Por los senderos comunales se aproximan más de doscientos indígenas. Vienen en pequeños grupos dispersos. Marchan serios y concentrados. Saben a lo que se enfrentan. No tienen miedo pero lo que van a hacer no es alegre. Mucho tiene de funeral; mucho de lucha sorda donde habrá heridos; mucho de batalla definitiva por preservar lo más preciado: la propiedad colectiva de la tierra.
Lo que va a pasar en menos de una hora lo terminaremos de narrar más tarde.”
Ahí termina el fragmento, la narración completa del episodio, empezando por la entrada que aparece más abajo, está aquí, pero a nosotros nos ha llamado la atención lo que está escrito en negritas (el subrayado es nuestro) ¿Cuáles son las luchas con las que los comuneros del Mezquite consiguieron el riego? ¿Cuáles los peligros y sacrificios que pasaron para conquistar una ejido para sus hijos? Nadie nos ha narrado nada de eso hasta ahora, pero ya encontramos quien lo haga dentro de ocho días.

3 comentarios:

  1. Esta vez el 'Amigo Zamorano' traza tres personajes por primera vez. No sé si les han salido bien. Quizás no. Pero refleja una parte del franquismo: su vida gris y su ejército. Desde el punto de vista de soldados de abajo. Espero que ti crítica le sirva para algo. Si es positiva como negativa.

    Mañana por la mañana te leeré tu escrito. Ahora es un poco tarde.

    Fdo: Senocri, el Africano

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  2. lo de las aguas negras es una historia que quiero escuchar.
    por cierto, por un momento pensé que ibas a contarnos como sustituyeron sus cabras criollas por aquellos borregotes con la cabeza negra.

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  3. Es hora ya de escribirte algunas de mis interioridades cuando leo tus post (¡qué palabreja): en primer lugar la sencillez (salvo las palabras que para mi como español no las entiendo del todo porque no me son familiares; a saber: cal del nixtamal, el ixtle de lechuguilla, el pulque...); luego está la descripción de hechos como si los hubieras vivido que parecen que brotan naturales como agua de manantial. Y luego unos espacios o nombres que me parecían inventados y me he dado cuenta que son reales como Altos Hornos o Monclova... En fin otra vez te más cosas.

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