jueves, 26 de agosto de 2010

De cómo las historias trucadas se van completando, III

– ¿Qué hacemos si en verdad se enfrentan a balazos?
– Recuerda que las órdenes son que no entremos al terreno en disputa hasta que las cosas se clamen y que busquemos a las autoridades de ambos pueblos para llegar a un arreglo.
– Pues ya deberíamos entrar al terreno. Llegamos hace casi una hora y no ha pasado nada. Solamente esa línea de hogueras que siguen alimentando.
– Pero alcanzaste a oír el griterío ¿o no?
Quienes dialogan son el capitán Mendoza, jefe de la policía estatal y el licenciado Nolasco, comisionado especial de la Dirección de Gobernación del mismo estado. Platican sentados en un automóvil sin insignias estacionado entre los carros de la policía que hace casi una hora se colocaron en ese pequeño altozano. Los motores y los faros de las patrullas siguen prendidos. El amanecer ya no está lejos.
– Nos aseguraron que el enfrentamiento iba a estar cabrón – Nolasco toma una cajetilla de cigarros Dunhill, le ofrece uno a Mendoza que no acepta y enciende el suyo con un encendedor chapeado en oro.
– En una noche como ésta es difícil que se agarren a balazos; no se ve nada. Los del Mezquite se arriesgaron mucho al avanzar con antorchas. Podrían haberlos blanqueado.
– ¡Qué bueno que están tranquilos! A ver cuando haya luz que hacen.
***
Mientras Mendoza y Nolasco conversan, en uno de los extremos de la línea de hogueras un grupo de ñahñúhs que parecen ser autoridades platican en voz baja. A dos o tres metros del grupo se mueven otros indígenas a su alrededor. Algunos oyen de lejos la plática, sin disimulo. Aunque la noche es fresca el grupo está alejado de la hoguera, ocultos en la penumbra. Unos treinta pasos al sur dos o tres sombras alimentan el fuego pero lo mantienen bajo.
La charla es en ñahñúh. Uno de nosotros hace la traducción simultánea; no garantizamos que sea totalmente fiel.
– Alcanzamos a ganarles. Entramos al terreno antes que ellos.
– Nemesio nos informó bien. Y a tiempo.
– Seguro pensaban entrar ya de madrugada, con los tractores y todo. Se llevaban el maíz como rastrojo y nos dejaban sin nada.
– Y luego para sacarlos ¡pues nunca!
– Está bien, pero ahora qué hacemos, llegamos apenas un poquito más acá de la mitad del terreno.
– Pero lo tenemos ocupado a todo lo largo. Si con el día se quieren meter va a haber bronca.
– ¡No creo que se animen! Además ya llegó la policía. Pero si l’entran nos van a encontrar preparados ¡Más de cinco años cultivando el terreno y nos lo quieren quitar!
– Hay que recordarle a la gente que nadie se eche pa’trás. Que disparen bala sólo al aire, pero que sí usen el machete, si hace falta. Ni modo.
***
Al mismo tiempo, en una de las casas de Xaghaó se desarrolla la siguiente conversación:
– Nos chingaron esos cabrones ¿Cómo adivinaron que nos íbamos a meter hoy en la madrugada?
– Nos chingaron, y bien. Ya ni modo de llevar los tractores.
– ¿Por qué no? Todavía tenemos tiempo.
– Ya llegó la policía. Y los del gobierno. Si ahora entramos con los tractores van a ver que nosotros estamos provocando y nos joden por invasores.
– Pero los que han estado invadiendo son ellos. Se han estrado metiendo a las cuatrocientas hectáreas desde hace más de cuatro años ¿Por qué no los han sacado?
– No seas bruto, ellos lo han estado haciendo poco a poco y como nadie reclama esos terrenos las autoridades no se han dado cuenta. Seguro ni el gobierno sabe de quién son las tierras. Pero de todos modos las vamos a pelear.
– Pues claro, si ahora nos echamos para atrás nuestra gente es la que nos va a joder.
– Pues hay que meter los tractores de todos modos. Si esas tierras no son para nosotros que no sean pa'nadie.
– ¡Pinche terreno! ... si metemos los tractores nos jodemos ... ¡Pues sólo hay que mandar gente! ¡Pero ya!
– Sí, sí. Es una buena idea. Que se metan caminando ahorita que todavía está oscuro; que lleguen hasta donde están las guardias, hasta donde están los que echaron bala.
– Se fajaron los que dispararon, pero si los del Mezquite siguen caminando seguro se echan a correr. Sí, hay que mandar más gente, pero avisarles que no se peleen ¡Los del Mezquite son cabrones!
– Váyanse pues todos a avisarle a la gente que se meta al terreno, con cuidado.
El que habó al último detiene con un gesto a uno de los que conferenciaban. Cuando se quedan solos el que tomó la iniciativa dice:
– Hace un rato llegaron unos funcionarios del gobierno. Están en mi casa. Quieren hablar con nosotros.
Todo lo platicado fue en ñahnúh. La traducción la hizo otro de nosotros.
***
Poca a poco al cielo lo abandona la oscuridad, por el este, frente a los carro de la policía. Un azul, cada vez más lechoso junto al horizonte, va subiendo poco a poco, haciendo palidecer a las estrellas menos brillantes. Los mandos gubernamentales traen binoculares, pero a la escasa luz que aumenta tan despacio son inútiles.
Lentamente los minutos van trayendo hilachas luminosas. El capitán Mendoza se esfuerza por ver qué pasa allá, a lo lejos, en el campo de maíz al que sólo se le ha hecho una escarda. Nolasco le dice:
– No te esfuerces. Hay que dar tiempo a que aumente la luz.
– ¿Y si apenas se ve un poco se agarran a balazos allá abajo?
– ¿Qué chingados quieres que hagamos? ¡Que se maten los cabrones! Luego los enterramos y apaciguamos a la gente. O metemos a la cárcel a los que queden.
– ¡Mira tú! A ti fue al que más le encargaron que no hubiera problemas ¡Que no dejáramos que al gobernador se le armara un lío grande!
– Pues sí, pero si se agarran a balazos ni modo que nos metamos en medio ... y si nos metemos antes de tiempo, a nosotros es a los que nos agarran a balazos los dos bandos.
– Al menos ya estamos hablando con los cabecillas de Xaghaó. Los del Mezquite cubrieron sus espaldas. Pusieron barricadas en la trocha que va a su pueblo.
***
La luz ya es suficiente para ver lo que pasa en el campo en disputa: los representantes gubernamentales ven del lado norte la larga fila de lo que fueron las hogueras. Uniendo esos puntos hay una línea de campesinos; algunos se mueven lentamente de unos rescoldos a otros. Tras ellos, unos metros más al norte se forman grupos de mujeres, y niños entre los doce o catorce años. Un muchacho de unos trece años, en un burro, se adivina que viene del pueblo del Mezquite que está más al norte; baja despacio. A unos cincuenta pasos hacia el sur, del lado derecho de los observadores gubernamentales, se ve otra línea, no tan definida, formada por grupos de indígenas, presumiblemente de Xaghaó; quienes forman estos grupos están mucho más inquietos que los ñahñúhs que tienen enfrente. Nolasco, el capitán Mendoza y sus subordinados empiezan a tranquilizarse. No parece que vaya a haber enfrentamientos, al menos por lo pronto. Seguro que habrá tiempo para platicar con los cabecillas de Xaghaó y hacer contacto, ahora que ya hay luz, también con los del Mezquite.
Entrada la mañana los delegados del gobierno tendrán más clara la situación. Nosotros tendremos que esperar otros ocho días.

2 comentarios:

  1. Pues esperaremos 8 días. Y que no haya mucha balacera.

    Senocri

    ¡Ah! No sabemos cuales son los nuestros. Esperamos también que con la claridad del día nos los muestre.

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  2. Ahora si que ya no entiendo nada. Pero esperaré pacientemente ocho dias y otros ocho y los que sean necesarios.

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