jueves, 18 de noviembre de 2010

El "Profe", actualmente

El Profe, ya nadie le dice así, ve distraídamente a los niños que corretean aparentemente sin ningún sentido en el patio de la escuela donde trabaja.
Está contento. Sabe que es un privilegiado en este México de principios del siglo XXI. Tiene un trabajo estable. Su salario de obrero del gis alcanza para vivir sin penurias, aunque no de para renovar el viejo automóvil que ya está a punto de colapsar.
“Obrero del gis” ¿El Profe ha sacado la frase de un museo? Los gises cada vez se usan menos, ahora son, en el peor de los casos, plumones fugaces para pintarrón y cada vez más escuelas, sobre todo las oficiales, hacen uso de pizarrones electrónicos y sus correspondientes “plumones” cuyo nombre técnico ignora.
Pero más raro es que alguien llame “obrero” a un maestro. En la mayoría de los casos los maestros se consideran “clase media” y aspiran a ser clase media alta ¿Por fin, media o alta? Flota la pregunta sin que se le preste mucha atención.
El Profe sonríe al descubrir los absurdos caminos de sus pensamientos descontrolados mientras pasan junto a él dos niñas entre los nueve y diez años, una de ellas saltando una cuerda y ambas riendo por los frecuentes traspiés de la primera.
– Director ¿Qué significa mi nombre? – pregunta otra niña de la misma edad que las dos que acaban de pasar.
– ¿Cómo te llamas?
– Ligia.
– Es el nombre de una de las sirenas de la que hablaban los griegos.
– Gracias, Director.
¡Ah! Resulta que ahora ya es director de una primaria, trabajo estable en efecto, que le permite vivir tranquilo con su esposa – sus hijos ya hace su vida solos – pero que lo obliga a contar centavos como avaro si pretende cambiar su computadora que se traba cuando pretende abrir una página ligeramente compleja en internet.
Sí, el Profe se ve contento, pero algo le preocupa allá, muy adentro ¿Cuántos guardan al menos la añoranza de las luchas sociales, las luchas obreras, las luchas campesinas? ¿Cuántos todavía se emocionan cuando leen una narración que termina haciendo presente a Lenin en una lujosa casa de un pueblo que fue minero, ahora habitado por “profesionistas libres”?
La sonrisa se diluye y algo parecido a la desolación pugna por aflorar a las pupilas del Profe.

4 comentarios:

  1. Yo ni siquiera he llegado a director. Y a mucha honra.

    Senocri

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  2. ¿es profe también senocri? ¿son como alter egos? ¿los dos últimos comunistas vivos -ahora que ya no tenemos acá a samarago?

    ***

    desolación debe ser uno de los sentimientos más abundantes entre los seres humanos...

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  3. Botica, para ser más exacto: maestro de niños.

    Y bueno, comunistas, comunistas, algunos más habrá. Seguro. Mao creo que algo era y profe o maestro también. Pero como Saramago se fue.

    Senocri

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  4. hola!
    cuando daba asesorias para los chamacos de la secun abierta,usaba gises.era lindo,ahora en la uni,hay q cargar de vez en cuando con un pintarron por si se le olvida a algun profe...
    tambien me he cuestionado por las luchas.donde se quedaron?y cuando las encontremos,sabremos que hacer con ellas?
    muchos saludos...
    ***azulita filos-

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