jueves, 20 de enero de 2011

Azules y rojos, blancos, verdes, etc.

Cuando eramos críos y estudiábamos primaria, por los años de 1950, nos topábamos en el parque público del barrio con una palomilla de "niños bien". Nosotros estudiábamos en la escuela pública y ellos asistían a una escuela de paga, particular, católica, de "riquillos".
Nosotros jugábamos futbol, ellos preferían el basquetbol. Cuando nos retábamos, usando porterías ganábamos muchas veces, en la canasta era casi seguro que perdiéramos. A pesar de nuestra corta edad en el fondo había una rivalidad cuyas causas nos mandaron por caminos divergentes. Pero a los diez u once años, aunque nos burlábamos de los "riquillos" todo lo que podíamos, cuando en su escuela se organizaba lo que llamaban "fiesta atlética" la envidia nos ponía hoscos. Las tres o cuatro semanas que duraba la tal fiesta, a los riquillos no les interesaban nuestros retos y el día en que terminaban las competencias atléticas nos íbamos hasta el edificio de la escuela particular y nos metíamos a sus terrenos deportivos a pesar de la férrea vigilancia que nos lo pretendía impedir. Veíamos con envidia los eventos de atletismo, vibrábamos con el griterío de las graderías y contemplábamos embelesados la premiación el el "podio olímpico". Todas las competencias se desarrollaban entre dos bandos armados al azar, según nos contaban a veces los riquillos del barrio: un bando era azul y el otro rojo. Con esos colores se uniformaban los competidores y ganaba el bando que más puntos acumulara. Al final los triunfadores paseaban por el barrio, en algún carro descubierto, el trofeo que habían conquistado.
Veinticinco años después llegué a Monclova con la encomienda de organizar un partido político naciente. Cando llegué a esa población norteña me impactó la presencia ineludible de los obreros de Altos Hornos, Planta Uno, con más de diez mil trabajadores sindicalizados. Al ir conociendo la lucha obrera de la sección más numerosa del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM) me desconcertó encontrar una enorme similitud entre esa lucha y aquellas "fiestas atléticas" de mi niñez. Cierto que la lucha obrera no se daba en pistas de carreras y fosos de saltos, pero el trofeo era paseado por los ganadores por las calles de la población en camiones descubiertos y los bandos rivales fueron durante más de quince años el de los azules y el de los rojos, con el mismo contenido ideológico que tenían los equipos rojos y azules en la escuela particular del barrio de mi infancia. El trofeo no era un copa, sino la dirección de la Sección 149 del SNTMMSRM. También es cierto que los obreros de base, que contra todo intento de impedirlo desarrollan unos más y otros menos su conciencia de clase, depositaban su voto por una u otra planilla según los ofrecimientos de sus candidatos. Poco a poco se fueron dando cuenta que tales ofrecimientos las direcciones sindicales no pretendía cumplirlos y si lo hacía era por la fuerza de los obreros movilizados por su necesidad y su conciencia.
A principio de la década de los setenta llegaron a Monclova algunos intelectuales que lograron formar un grupo de obreros que se lanzó a la lucha sindical. El grupo eligió para identificarse el color blanco, sin darle ninguna connotación ideológica, pero su discurso era de izquierda; en él se traslucía claramente el pensamiento obrero del marxismo. Obviamente las bases notaron la diferencia y muy pronto los blancos conquistaron la dirección sindical en una fiera lucha ¿Qué pasó después? Seguiremos contando en otra ocasión.

2 comentarios:

  1. tengo una revista que he de prestarte, en la que hay unas historias sobre una liga de futbol amateur en Nueva York. La liga la dirige un peruano y en los equipos la mayoría de los jugadores habla español, aunque haya gringos o jamaiquinos también. Me acordé por las instalaciones deportivas de los riquillos...
    por lo demás, seguiré esperando la siguiente ocasión para saber qué más pasa en Monclova.

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  2. Si eso no era ya el inicio de la lucha de clases en la escuela que 'venga dios y lo vea'. Yo he sentido algo parecido: esa envidia cochina que te abre los ojos luego.

    Fdo: Senocri

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