jueves, 8 de septiembre de 2011

Ixtleros de Nuevo León y Coahuila, I (1977-1978)

En los primeros meses de 1977, con apenas un año y medio de constituido como partido político nacional en la capital de la república y menos de seis meses después de la llegada de la primera brigada al estado de Nuevo León para iniciar en esa entidad norteña su construcción, el Partido Socialista de los Trabajadores tenía militantes en varias colonias populares de Monterrey y firmes contactos con grupos campesinos solicitantes de tierras ejidales. De boca en boca, por caminos que desconocemos todos los que colaboramos en desarrollar estas narraciones, les llegó la noticia del partido naciente a unos ejidatarios de ese gran desierto que inicia en San Luis y Zacatecas, cruza Nuevo León y Coahuila y forma parte también de varios estados norteamericanos como Texas y otros.
Esos aguerridos y rudos campesinos, peleando con el desierto que intenta arrebatarles las escasas tierras laborables, han adquirido un temple que muestran en todo lo que emprenden. Concretamente los ejidatarios de los que vamos a hablar viven a la orilla de una pequeña presa, manto de agua conocido como presa “Las Mulas”, más bien un bordo construido a finales del siglo XIX, que se alimenta de los ecurrideros de la sierra que está hacia el noroeste. A unos tres kilómetros hacia el sureste se encuentra un importante empalme y una famosa estación de ferrocarril: Paredón. La relevancia del empalme estriba en que es ahí donde se cruzan dos líneas férreas troncales: la que corre de Torreón a Tampico, durante mucho tiempo el mayor puerto de México en el Golfo, y la que pasa por Monterrey, viniendo desde la ciudad de México, que hacia el norte da servicio a la gran zona carbonífera que está entre Monclova y Piedras Negras, esta última ciudad fronteriza en la que termina el recorrido.
Los campesinos de “Las Mulas”, con el agua de la presa riegan pequeñas parcelas, dan de beber a sus ganados en su mayoría caprinos y mantienen a sus caballos que aún hoy son sus principales bestias de trabajo. Completaban sus ingresos en aquellos años en que sucedió lo que narraremos, tallando lechuguilla, muy abundante en las faldas de la serranía de la que ya hablamos, y vendiendo la fibra a la Forestal F.C.L., federación de cooperativas a la que nos referimos en la entrada anterior. Esos bravos ejidatarios se hicieron militantes del partido naciente y pronto fueron nombrados por muchos otros campesinos de la región como sus representantes en esa etapa de lucha ixtlera que, empezando a organizarse en Paredón, reunió algunos miles de cooperativistas de Nuevo León y Coahuila. Algunos de los viejos del ejido habían participado en la gran caminata ixtlera del 37, que culminó con la formación de La Forestal F.C.L. Muchos otros, entre ellos las autoridades ejidales, eran hijos o nietos de otros talladores que también habían marchado hasta el Distrito Federal y los habían oído relatar cómo habían alcanzado el triunfo. Todos sabían, por haberlo escuchado contar cuando acababa de pasar y ellos eran unos críos, o por lo relatos de las abuelas del pueblo, que Pancho Villa y la División del Norte había alcanzado en la estación Paredón una gran victoria que les permitió, utilizando los ferrocarriles, llegar a Torreón y posteriormente a Zacatecas para derrotar al ejército del traidor Victoriano Huerta.
En ese rincón de la patria, con historia y tradición de lucha, se gestaron entre 1977 y 1978 algunos acontecimientos que iremos narrando poco a poco, pues configuran puntos de paso que nos permitirán, tal vez, entender los caminos que unen un pasado nublado por la lejanía del tiempo pero lleno de entusiasmo y vida, con el presente oscuro y desalentador cargado de nubarrones que nos empujan a creer que todo está perdido.

2 comentarios:

  1. ¿pesimismo?¿clasemediero pesimismo? ejem, este... nada.
    otra vez una entrada llena de datos históricos. en verdad las disfruto.

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  2. que significan las siglas F.C.L.´?

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