jueves, 26 de noviembre de 2009

Ejido Cañada Honda II, Cadereyta, Querétaro (actualmente)

La vereda serpentea y de pronto baja en forma abrupta al fondo de una barranca. Hace frío. Hacia el este se adivina el resplandor de una ciudad importante. Son las luces de la cabecera municipal. Pronto la alborada borrará esa luminiscencia. Parte del lomerío por el que desciende el sendero está cubierto por sembradíos de maíz, listos para ser cosechados. Son terrenos ejidales, puro lomerío, gran parte cerro abrupto. Pocas son las laderas donde se puede sembrar el maíz, tan noble que no necesita planicies para producir. La escasa precipitación pluvial hace que muchos años las siembras no den más que rastrojo. Aunque en este año en el semidesierto circundante haya llovido poco, en estas lomas y por los vientos que encajona la cañada las lluvias fueron suficientes para que el maíz diera buenas mazorcas. Por el atajo que desciende hacia el torrente avanzan dos figuras delgadas: un joven de unos quince años y muchachillo de doce.
–Apúrate Beto –dice el mayor, que camina delante – No vayamos a llegar tarde a la escuela.
–Por tu culpa nos dejó don Pedro y ahora me carrereas.
–No te quejes, así nos ahorramos los catorce pesos del pasaje.
–Está bien, así me compro algo en la cooperativa.
–Mejor se los dejamos a mamá.
–Ella trabaja.
–Sí, de sirvienta en Querétaro –murmura con tristeza el mayor, entre dientes, sólo para sí.
Ambos caminan en silencio un buen rato. Ya cruzaron el torrente casi siempre seco y están iniciando la subida por la otra ladera. Llegan a la carretera de terracería y empiezan a caminar por su orilla.
–Oye, Lencho, si pasa una camioneta le pedimos aventón.
–Llevamos buen tiempo. Mejor le seguimos a pie hasta Guadalupe.
–Que se me hace que el dinero no lo quieres para mamá, sino para juntar lo que necesitas para irte al norte.
–Como sea me voy a ir al norte. No más acabo la secundaria y me pinto.
–¿Y qué, cabrón?, ¿me vas a dejar sólo?
–No seas llorón, te quedas con el abuelo. Ya ves que cuenta cosas bien chulas.
Continúan su marcha en silencio. A buen paso. Pronto Lencho dobla a la derecha y enfila por una vereda apenas visible que asciende rápidamente. Cortar por esos atajos hace más pesada la caminata pero lo siete kilómetros por terracería se convierten en menos distancia y tiempo para llegar a la escuela de la pequeña población de Santa María de Guadalupe.
Empieza a clarear y Beto avanza bullanguero. Se agacha, toma una piedra y la lanza con fuerza y puntería casi perfecta a un arbusto cercano.
–Por nadita se me escapó la chingada torcaza. A la próxima la tumbo.
Lencho brinca una cerca de piedra. No puede evitar decir lo que repite a menudo:
–Ya entramos a los terrenos de los cabrones González. Los tienen abandonados. Mejor nos los dieran al ejido.
–Así el terreno para el proyecto de los venados sería más grande. Y con suerte con eso ya no te irías al norte.
– ¿Los venados quesque va a dar el gobierno? Seguro me muero de viejo por esperarlos. ¡Mejor me voy al norte!
–¡Chale, que pesimista! Le pregunté a mi maestro de geografía y me dijo que el venado se va a dar bien aquí. Disque era endémico ¡Sepa que es eso de endémico! Pero hoy le vuelvo a preguntar.
–Mi maestra de historia de México dice que a ver si el ejido consigue el proyecto de los venados. Que ella lo duda mucho. Que sólo que hagamos otra revolución como la de hace cien años. Que eso sí sería celebrarla de a de veras.
El resto del camino lo hicieron en silencio, hasta que Beto divisó a dos amigos y corrió para juguetear con ellos. Lencho siguió caminado al paso, se le acercó una muchachita de su edad y siguieron platicando hasta la puerta del salón de clase.

5 comentarios:

  1. Es verdad. A penas son cuasirelatos, como fotografías fijas de un album que, todas juntas tal vez narren algo. O como piezas de un rompecabezas que posiblemente logre armarse algún día.
    He asmido un reto tal vez ilusorio.

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  2. Ahora lo entiendo: 'fotografías fijas' 'Piezas de un rompecabezas'...

    Del relato (o cuasirelato) de hoy quisiera preguntarte: ¿Cuando el chaval dice eso de "Que sólo que hagamos otra revolución como la de hace cien años" -en boca de la maestra- es un sentimiento del pueblo? ¿O es un deseo tuyo o de los adultos tipo maestra?

    Salud y República

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  3. ya decía einstein que lo importante es hacer las preguntas adecuadas. talín sabe hacerlo...

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  4. Al menos es un deseo mío ... que quisiera compartir con muchos otros.

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