jueves, 24 de septiembre de 2009

El Mezquite, Cardonal Hidalgo III (1985 + -)

La comisión llegó a casa del diputado como a las 9 de la mañana.
-Profe, la asamblea acordó expulsar a Anastasio de la comunidad. De aquí nos vamos para allá y a las once tumbamos su casa. Venimos por usted para que nos ayude.
No vimos ni sorpresa ni duda en el rostro del Profe. Tampoco ira ni desconcierto.
-Y ¿por qué van a hacer eso?- preguntó simplemente.
Le explicaron lo que nosotros ya sabemos (está aquí y acá): Anastasio logró que en la madrugada los judiciales se llevaran a Leobardo a la cárcel acusado de encabezar una violación tumultuaria.
-Ya nos cansó. Ejidatarios y comuneros hicimos asamblea y acordamos correr a Anastasio y tirar su casa. No va a destruir los bienes comunales- con eso la comisión terminó su hablar.
-Vamos- fue lo único que dijo el Profe.
***
Son poco más de las diez de la mañana. El sol requema ya la tierra de los caminos polvorientos que ejidatarios y comuneros recorren para ir a sus parcelas. Hace apenas cuatro años esas tierras semidesérticas producían únicamente cardones. Brotaban también una que otra cactácea o agave de menor tamaño. Donde los comuneros trabajaban más ardua y constantemente había hileras de magueyes pulqueros. Las piedras calizas arrancadas al cerro y cocidas en hornos primitivos para obtener la cal del nixtamal, el ixtle de lechuguilla traído de las faldas de los cerros, convertido en artesanías por las manos mágicas de las mujeres, y el pulque que daban los magueyes, eran los únicos ingresos de los indígeneas del Mezquite.
Unos pequeños rebaños de cabras criollas y exiguas cosechas de frijol y maíz logradas cada cuatro o cinco años en que había lluvias, mejoraban de vez en cuando su situación. Pero sus luchas ya han conseguido que las aguas negras del Distrito Federal lleguen a sus parcelas. Ahora sus tierras lucen el verde tierno del maíz naciente, pero los caminos al interior de los bienes comunales, cuya integridad hoy defenderán con garras y dientes, siguen siendo los viejos senderos porvorientos y pedregosos bordeados de pequeños cactos, o de grandes magueyes en el mejor de los casos, pero todavía sin árboles en cuya sombra se pueda descansar del agobio del sol.
Las tierras cuyo usufructuo ha tenido Anastasio son un poco más de una hectárea. Están resecas y barbechadas desde hace un año. No ha llovido y para no reconocer a la comunidad Anastasio no ha querido usar el riego que el comisariado y la asamblea le han ofrecido varias veces. La vivienda está en un rincón de la parcela que colinda al sur con el nuevo ejido del Mezquite, también conquistado hace apenas ocho o diez años con muchos peligros y sacrificios, para los hijos de los indígenas que ya no alcanzaron parcela en los terrenos comunales.
Por los senderos se aproximan más de doscientos indígenas. Vienen en pequeños grupos dispersos. Marchan serios y concentrados. Saben a lo que se enfrentan. No tienen miedo, pero lo que van a hacer no es alegre. Mucho tiene de funeral; mucho de lucha sorda donde habrá heridos; mucho de batalla definitiva por preservar lo más preciado: la propiedad colectiva de la tierra.
Lo que va a pasar en una hora lo terminaremos de contar más tarde.

1 comentario:

  1. ¿Ejidatarios y comuneros? ¿Qué les diferrencia a unos de otros?
    Perdón, pero a mi, desde España, me resulta dificil de entender.
    Veamos los comuneros, en la Historia de España, fueron gente castellana que se sublevaron contra Carlos V. Se llamaron comuneros porque se juntaron en 'comunidad'. ¿Tiene algo que ver esto con los comuneros mejicanos?
    Y los ejidatarios... ya me pierdo. Posiblemente procederá esa palabra de 'ejido'. Pero... ¿eso que significa?

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