jueves, 15 de octubre de 2009

La Esperanza I, Coahuila (hacia fines de 1978)

-Profe, en el ejido están muy agradecidos por lo de las setecientas hectáreas. Que a ver cuándo se va comer un mole de olla por allá.
-No te fijes, Hilario, mejor llevame a conocer otros ejidos. Con suerte hasta podemos ayudarles en sus broncas.
Campesino y exprofesor están sentados en una tosca banca de madera que junto con una gran mesa, también de madera apenas labrada y sin barniz, son el único mobiliario de lo que el Profe reporta a su partido como oficina del mismo en Monclova. En un extremo de la mesa está el viejo, viejísimo mimeógrafo en que los obreros de Altos Hornos imprimen "El trabajador de pié", esos volantes que el antes mentor reparte semana a semana a las puertas de la planta uno.
-¡Uh, Profe! Para broncas en un ejido está el mío.
-¿Castaños? qué ¿no acabamos de resolver su bronca?
-No, Profe, yo no soy ejidatario en Castaños. Lo que no le he platicado es que nos dotaron de un nuevo centro de población ejidal. Se llama la Esperanza.
-Ah, chingaos ¿por qué no me habías dicho nada?
-Pues es que el problema está muy cabrón. Nos corrió la policía ganadera. Esos hijos de la chingada primero nos dividieron. Se ganaron con amenazas y corrupción a siete de nosotros y nos sacaron a los otros trece. Usté ya conoce a Salomé, a David y al Israel, los de las aguas a la salida de la planta uno que le presenté el otro día. Ellos también son ejidatarios, de los que no se rajan, pero ya están bien desanimados. No sabemos cómo hacerle pa'regresar.
-A ver, a ver, a ver, ¡cuéntame despacio como está ese asunto! ¿O tienes mucha prisa por irte?

Fue así como el Profe se involucró en el otro gran pleito agrario que su partido daría al norte de Coahuila. Cuando platicó por primera vez con Hilario sobre la Esperanza ya el grupo de "los verdes" se había disuelto y muchos de quienes lo formaron militaban en el partido del Profe. Cada ocho días se reunían, en ese salón que había sido cantina, de seis a nueve obreros de la planta uno de Altos Hornos. La impresión de la hoja volante y su reparto semanal eran cosa hecha. Empezaban a llegar a las reuniones alguno que otro obrero de la planta dos de AHMSA, sección 204 del sindicato minero. La lista fantasma se le perdió al Profe uno o dos meses antes, pero había sido la punta del cordón que lo conectó con algunos ejidos gracias a Luis Zapata. El otro extremo del hilo con que se tejía aquella organización incipiente fueron los periódicos partidarios.

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